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viernes, 3 de junio de 2011

JUGAMOS A FORMAR PALABRAS CON LETRAS MÓVILES

En toda palabra escrita se ve el sistema alfabético funcionando a pleno: la palabra es una unidad con significado que se lee y escribe en una dirección, linealmente, con letras sucesivas. Nuestro sistema de escritura es alfabético porque está fundado sobre un principio ideal que consiste en representar cada fonema con un grafema. Pero, además, la palabra tiene una ortografía propia, puede ser escrita en distintos tipos de letras y se separa del resto con un espacio. Cuando los chicos aprenden el sistema de escritura, aprenden conjuntamente la materialidad del código gráfico y, en este sentido, la palabra es un objeto mucho más manipulable que el texto: se puede comparar, coleccionar, armar y desarmar...se puede jugar con ella con facilidad. Para los niños, descubrir el principio alfabético constituye un hallazgo fundamental en el proceso de aprendizaje: no se trata de una simple relación entre sonidos y letras de la que se parte naturalmente, sino de un descubrimiento verdaderamente avanzado al que se llega después de mucha interacción con la escritura, en situaciones ricas en las que ellos ponen en juego sus representaciones acerca de qué es la escritura, qué representa y de qué modo lo hace.
¿En qué contextos se escriben palabras?
Para generar situaciones de escritura de palabras, se puede proponer la escritura de listas, epígrafes o respuestas, por ejemplo, a adivinanzas que se hayan leído o a preguntas formuladas por alguno de los chicos. La escritura de listas tiene la gran ventaja de ofrecer contextos que dan sentido a las palabras. Al mismo tiempo, permite trabajar con vocablos que conforman un campo semántico, es decir que guardan entre sí una relación de sentido. Algunas propuestas para escribir listas de palabras pueden estar relacionadas con: el conjunto de aquellas que surgen de la lectura de cuentos; la lista de los integrantes de los equipos que participan en un juego; una lista de útiles o elementos que no hay que olvidar; listas de preferencias (nombres de amigos, comidas, colores, juegos, mascotas, oficios y profesiones, personajes de cuentos y de dibujos animados, programas de televisión...); listas de cosas que generan alguna reacción emocional en los chicos (los ponen contentos, los divierten, los asustan). Las respuestas a adivinanzas permiten, en el marco de una situación de juego con el lenguaje, concentrar la atención en la escritura de una sola palabra.
Del mismo modo sucede con la escritura de epígrafes, en los que se trata de escribir enunciados.
Además, en las situaciones de escritura compartida de textos, el docente puede “ceder” palabras o enunciados (el título del cuento, el nombre de los personajes) para que los alumnos las escriban a la vista de todos (tanto en el primer borrador como en la revisión). Los maestros podemos también alternar distintos modos de organizar la clase para que los alumnos escriban en parejas o en pequeños grupos. En estas instancias, ellos discuten y acuerdan cómo se escriben las palabras, con las preguntas que conocemos: ¿cuál va primero? ¿Cuál sigue? ¿Lleva puntito? Suena como la de... ¿Cuál falta? Es igual a la de.... Esto quiere decir que estarán reflexionando acerca del sistema de escritura.
Un análisis detenido de las palabras escritas por los niños confirma la diversidad de los modos de desarrollo en el proceso de adquisición del sistema alfabético, de lo que surge la necesidad de contar con estrategias que permitan avanzar individual y colectivamente a partir de estas particularidades. Estos escritos le sirven al docente como fuente de información para tomar decisiones, pues reflejan con fidelidad los aprendizajes logrados por cada alumno.
* RODARI, G. (2004), Gramática de la fantasía, Buenos Aires, Colihue.
* SALOTTI, M. (1979), La lengua viva: contribución experimental a la enseñanza de la lectura, Buenos Aires, Kapelusz.


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